Por qué hay tanta patología en el mundo Les es un fenómeno que siempre me ha preocupado. Creo que tiene mucho que ver con la historia de invisibilidad y tragedia que nos ha acompañado -y que tan bien se refleja en la literatura-, con las circunstancias personales de cada una -a menudo, nada fáciles- y con el hecho de que no se enseñe física cuántica en las escuelas. En cualquier caso, la verdad es que estoy un poco harta de que seamos pocas y mal avenidas, de tantos proyectos frustrados por temas emocionales, de que no se respete el trabajo ajeno y se haga gala de una disposición olímpica a la crítica destructiva...

¿Y qué le ha dado a la Franc? se preguntarán las seguidoras de este blog acostumbradas a la parodia y el antropomorfismo de Nelo. Pues me explico. El otro día en la charla del Circuit Festival
Mujeres escritoras, mujeres lectoras en la que participamos
Carme Pollina, Txus García y yo, una mujer del público intervino muy airada, con el preámbulo de que no quería ser grosera (signo inequívoco de que iba a serlo) diciendo que el acto había resultado aburrido, que las ponentes no habíamos aportado nada nuevo, que la fórmula unas señoras que hablan como si lo supieran todo y otras que escuchan pasivas está ya muy gastada y que aquello no respondía a las expectativas del título. Si quisiera marcarme un farol diría que no le contesté
in situ por no aprovecharme de la posición de poder que da el estrado, pero, la verdad es que el estupor limita mucho mi capacidad de reacción. Las ponentes decidimos callar y esperar a que reaccionara el público, que, por supuesto, así lo hizo. Pero ahora, calmados los ánimos, sí quiero responder en este medio en el que puede participar (le prometo que no usaré la moderación de comentarios para omitir ídems que no me interesen).
Admito que tiene toda la razón del mundo y que, además, yo no tenía puñeteras ganas de hacer la intervención y eso -como me han dicho- se transmite, pero ¿se ha planteado expresar sus críticas
con más afecto que violencia o incluso con humor? Llegan mejor y se evitan tensiones ¿No vale la pena poner un poco de esfuerzo en ello? Por otra parte, me parece injusto que se carguen todas las tintas sobre las tres ponentes que hemos aceptado estar ahí, como en tantísimas ocasiones, de forma desinteresada, por amor al arte y/o por pura militancia.
Al margen de este consejo que, estoy segura, seguirá, quiero agradecerle a esta señora el empujoncito que me faltaba para decidirme a lo que llevo los últimos años -sobre todo desde que mi salud se deterioró de forma considerable- intentando sin éxito: aprender a decir que no a intervenciones que me aportan poco o, a menudo, nada de nada. Así que, chicas, se acabó la militancia. A partir de este momento, no aceptaré más invitaciones a regalar mi tiempo y mi trabajo y solo asistiré sin caché a actos (emulo aquí la histórica frase de Umbral) en los que vaya a hablar de mis libros.
Es que, veréis, con aguantar mi propia patología Les ya tengo bastante y ponerme chula me aporta más beneficios que dejar de ir a la piscina con mis vecinas, en plan
Infidels, porque tengo que preparar una charla para la tarde.
Y que hablen, que hablen de mi divismo, que critiquen con sarna y escarnio; la polémica vende !!
La frase del día: Qué mala es la endivia.
Fábula hortelana