viernes, 6 de junio de 2014

Nelo muy disgustado

Ayer hicimos la presentación de Sansamba en el jardín de Olokuti. Al saber que iba a ser al aire libre, Nelo se empeñó en asistir argumentando que él es parte protagonista y de cierto peso en el libro, a parte de su filiación con la guionista que soy yo. Para cerciorarme de que su presencia iba a ser bien recibida, llamé al local y, como me temía, me anunciaron que no se admiten perro. Lo doloroso fue el motivo. 
—Antes sí —dijo la voz al otro lado del teléfono—, pero se hacían cacas en el jardín y nadie las recogía.
Nelo, con su habitual ansiedad, insistía:
—Dile que a mí no se me escapa y que, en caso de accidente, las recogemos.
Pero una norma es una norma y el local no se avino a razones. El Quillo se quedó en casa cabizbajo y compungido. Y cabizbajo y compungido seguía cuando regresé. De nada sirvió mi relato de la jornada "un éxito, muy entrañable..." ni la débil insinuación de que lo habría pasado mal en medio de tanta gente.  Mantuvo la cabeza apoyada en las patitas delanteras y esa expresión de víctima de las injusticias, que tan bien se le pone. 
—Pagamos justos por pecadores —exclamó con un hilo de voz y una caída de pestañas. Incluso hizo amago de negarse a cenar (gesto propio de los estados depresivos), aunque, por alguna razón de la psicología canina que no acierto a comprender, acabó zampándose todo el cuenco de bolas a velocidad habitual.
Hoy está más mimoso que de costumbre y un poco más lento de movimientos. Le he prometido un largo paseo por la pineda; con eso y la doble ración de latita del desayuno, parece que se está rehaciendo. 

La frase del día: Bendita sea quien no teniendo nada que decir, se abstiene de demostrarlo con palabras.
George Eliot (Mary Anne Evans)

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