martes, 7 de octubre de 2008

REFLEXIÓN SOBRE EL SALUDO

Mi amiga Margaret (la persona que me cuida, me trae, me lleva y me mima aquí en Carlisle) me hacía ayer una reflexión sobre la forma de saludar norteamericana, frente a las culturas latinas. Aquí se da la mano como señal de bienvenida a alguien que acabas de conocer. Menos mal que llevaba el chip puesto porque, si me descuido, me lanzo a besuquear al director del Dickinson College (un señor muy alto, con pajarita) cuando me lo presentaron. El origen de dar la mano, me ilustra Margaret, es un decir “no llevo armas” (en el más puro estilo Mae West deberíamos preguntar, ¿pero, te alegras de verme?)
-Hasta nuestro saludo tiene algo de belicoso –se lamenta.
A veces, me repatea esa afición que tenemos a cruzar las mejillas con desconocidas. Hay que convivir con una cultura en la que sólo se tocan cuando están al borde de la posición horizontal para apreciar lo saludable que es esta costumbre nuestra de achucharnos las unas a la otras… (…como yo os he achuchado. Amén)
Y gracias por los comentarios.

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